Mi abuela se llamaba Sobeya. Por ella es mi amor al bolero y por ella me aprendí canciones como la que les comparto arriba. En vida alcanzó a escuchar esta versión y se sintió muy orgullosa de mi. Muchas veces cantabamos juntos, tenía una voz espectacular. Cuando era muy niño me cantaba Cucurrucucú Paloma todas las noches para dormir.
Sobeya era una mujer de fe, muy creyente. Tenía sus santos, su favorito era San Santiago. Insistía en que él era mi santo, ya que me llamo Alexandre Santiago. Este santo señor con espada montado en un caballo tenía siempre su velón prendido y unas ofrendas que les dejaba mi abuela, entre estas ofrendas había dinero en efectivo. Yo debía tener 8 años cuando empezó a pasar lo que les quiero contar.
Fui criado por una abuela viuda y una madre soltera, creo que por eso tengo una visión tan feminista del mundo. Estas mujeres eran muy trabajadoras e independientes. Aveces me tocaba quedarme con San Santiago en la casa. Como a eso de las cuatro de la tarde empezaban a pasar por la casa un desfile de vendedores de dulce de coco y heladeros. Cuando escuchaba la campanita de que se acercaban los santos del azúcar, iba corriendo a arrodillarme delante de San Santiago, juntaba las manos y cerraba los ojos diciendo “San Santiago, por favor préstame 100 pesos para comprar un helado de coco, te juro que cuando sea grande y tenga dinero te voy a construir una catedral”. Esto pasó bastante.
Cuando la abuela llegaba de trabajar, se preguntaba si realmente San Santiago le cobraba a mi abuela por sus oraciones, si el dinero se lo llevaba un ratón o qué pasaba. Pero en el fondo estoy convencido que realmente ella sabía que el dinero acababa en los bolsillos del heladero. Era su manera de complacer a su nieto que tanto quería.
Feliz día de los muertos y todos los santos.
Sigan gozando.
A San Santiago todavía no le hago la catedral, pero por suerte y gracias a Dios soy agnóstico.
Feliz día de los muertos ♥️
Los abuelos deberían ser eternos, pero qué bueno que nos dejan gratos recuerdos como estos ❤️